Fotografía

Fotografía original de Xavier Mercadé

Reseña en el blog JOPITA'S MUSIC

12 junio, 2015


PATTI SMITH, Caballos para la eternidad. Juan J. Vicedo

             He de comenzar diciendo que nunca fui un admirador de Patti Smith, ni siquiera un 
oyente obligacional dada mi clara afición por la música. Me perdí después de Easter y ya solo
me quedaba el recuerdo de algún que otro hit, como el People have the power. Poca cosa,
como para comprar un libro especifico y mucho menos como para comentarlo.
Mi conocimiento de Juanjo Vicedo me llegó de casualidad y bendita sea, porque me
descubrió a un buen escritor. Obviamente, su primera obra, para mí era fácil de leer porque
navegaba por aguas conocidas, pero la forma en que narraba la obra de mi adorado Dylan me
descubrió a un escritor original y sobre todo ameno, teniendo en cuenta que son obras muy
concretas.
Llegó a mis manos este Patti Smith, Caballos para la eternidad y pese que mi
discografía de la de Chicago se reducía a tres discos, y dos eran repetidos (obviamente Horses)
quise leer el libro en estado de pureza casi virginal.
Desconocía la mayor parte de la obra de Patti Smith, y eso suponía un contratiempo
para seguir un libro como el de Vicedo en el que cronológicamente se comentan todos y cada
uno de sus álbumes, canción a canción.
Empecé la lectura y cuando llegue a la parte ignota de la discografía de la Smith me dí
cuenta que estaba oyendo las diferentes canciones conforme las desgranaba Vicedo.
Oía un piano triste, tristísimo en Gone again. Oía un riff de guitarra limpio y claro en
Summer Cannibals. Me estremecí con una música de fondo apagada y monocorde de Fuji-San
y hasta llegué a oír una inmensa versión de mi idolatrada Within you without you. Sí la más
grande canción de George Harrison.
Así álbum tras álbum, canción tras canción, y sin embargo la habitación estaba en
silencio. Mi equipo musical apagado.
Creo que esta es la gran virtud de la obra de Vicedo, que te permite oir la música sin
escucharla. Es la mente la que trabaja en la creación del sonido en tu interior a través de un
calibrado perfecto de palabras que conducen a la acción de exprimir todo el jugo de la canción
sin escucharla.
Cuando terminé la lectura sentí que había oído todos los discos de la Smith. Sentí que
conocía a Lenny Kaye y me solidaricé con Ivan Kral y su vuelta a su país natal. Ví las imágenes
de Mapplethorpe y sentí envidia por tener en la retina de su cámara este cuerpo tan desvaído,
tan largo, tan feo, tan hermoso.
Como buen adquirente de discos, compré todos los que me faltaban, que como dije
anteriormente eran todos menos dos.
Y escuché los discos.
Gran virtud la de Vicedo. Casi conocía a la perfección todas las canciones. Casi conocía
todas las canciones sólo con oírlas a través de las palabras escritas en Caballos para la
Eternidad.
Esto es lo que hace importante al libro de Juan José Vicedo, que te permite sentir la
obra de la Smith sin haberla escuchado antes.
Ahora, poseyendo todos los discos de Patti Smith y habiéndolos escuchados, prometo
que voy a leer otra vez Caballos para la Eternidad para comprobar si todo fue un sueño o es
que la música de Patti Smith es sueño, como la literatura.

C. José Pita García

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